Proyecto inspirado en el encuentro de las culturas precolombina y contemporánea, se desarrolló mediante una técnica manual similar al macramé utilizando amarres plásticos de colores. La obra entremezcla el cromatismo del simbolismo indígena con el arte contemporáneo a través del negro, blanco, verde y colores flourescentes, junto a otros elementos conceptuales y formales. Se destaca una identidad unitaria que radica en la presencia transversal de la plata 950 y el plástico; además, fusiona los conceptos del arabesco barroco con el minimalismo serial y rectilíneo, generando un producto visual de carácter marcadamente binario que invoca mediante esta integración la convivencia de formas tradicionales e industriales en un diseño contemporáneo.