La propuesta de Silvestre, en su forma más básica, consiste es diseñar experiencias gastronómicas a través de la utilización de ingredientes locales y elementos lúdicos, tradicionales o simplemente sugestivos, capaces de deleitar, mientras evocan nostalgia, producen sorpresa o generan risa. Primero se establece el tema; el discurso posterior es escogido a partir de las materias primas disponibles y el provecho de recursos elementales: estética del ambiente, música, decoración artística o el uso de cerámicas alegóricas. A través de una simbiosis de libertad y técnica, el equipo de chefs consigue esquivar con buen resultado, los rigurosos condicionamientos de la gastronomía de academia, propiciando una concatenación libérrima de sensaciones insospechadas y enteramente disfrutables.