El desafío del proyecto era crear un espacio público en un sector de vulnerabilidad social con un enfoque no tradicional e innovador en todo su proceso, poniendo en el centro de su creación, ejecución y posterior uso a niños y niñas. Los vecinos postularon de manera autónoma a la realización del proyecto. El terreno era un descampado, con fuerte pendiente y vistas al cerro contiguo utilizado como estacionamiento y rotonda. La clave en el éxito del ajuste metodológico en este proceso participativo fue validar y socializar lo realizado por separado en cada actividad entre todos los participantes, donde niños y niñas presentaron sus conclusiones generando diálogo con los adultos al final de cada sesión para luego ser retomadas al inicio de la siguiente actividad.