Según expone la autora, esta colección de aretes tiene un espíritu libre: "La mano suelta fue proponiendo y yo, de alguna manera, fui obedeciendo. Jugar con las formas sin objetivo específico me permitió sorprenderme con lo inesperado. Esta técnica es un desafío interesante. Me obligó a adaptarme a lo que aparece y a trabajar con ello. No quise utilizar fuego y, por tanto, no hay soldaduras. Con los aretes quiero transmitir al portador un destello de paz”. Cada pieza está hecha a mano.