Cada día en Chile la mesa se comparte al “tomar once”; uno se encuentra con un plato vacío delante y la comida en el centro, esperando que cada persona alcance lo que quiera, generando un ir y venir de recipientes que termina por reconfigurar por completo la mesa. La Corcova se ideó en torno a la dinámica de un cambio bien pensado, donde no importa cómo se coloquen los elementos que estos siempre hallarán un buen lugar, busca ser un agente de convivencia entre comensales facilitando el desplazamiento y celebrando el acto de alimentarse. Tan chileno como el hábito de la “once” son los materiales que la componen, mármol, cerámica, madera, que pretenden contener y presentar la comida en todos sus formatos.