La tipografía implica una vinculación particular con el mundo del diseño: a medio camino entre producto y materia prima. Es, en general, uno de los ambientes de diseño más abstractos en tanto apartado de una realidad de uso claramente acotada; por definición requiere un altísimo grado de adaptabilidad a infinidad de situaciones, la mayoría de ellas imposibles de prever por su creador. Aquí se presentan tres trabajos -Olga Deluxe (Sebastián Salazar), Rufina (Martín Sommaruga) y Logomotion (Fernando Díaz)- que responden a diferentes inquietudes y están pensadas para usos dispares.